Diario de A Bordo

... El viento es un caballo: óyelo como corre por el mar, por el cielo. Quiere llevarme: escucha como recorre el mundo para llevarme lejos.

Deja que el viento corra, coronado de espuma, que me llame y me busque galopando en la sombra, mientras yo, sumergido bajo tus grandes ojos, por esta noche sola, descansaré ... [Pablo Neruda]

Nos encontramos actualmente en Barcelona

Amigos en el camino

Una de las mejores cosas de viajar es la posibilidad de conocer personas con unas realidades, pensamientos y vivencias quizás diferentes a las de uno. Nosotros estamos teniendo mucha suerte en nuestro viaje. Mucha gente se está cruzado en nuestro camino estos días, entre estos queremos destacar a las siguientes personas con las cuales hemos compartido momentos inolvidables que han pasado a formar parte de nuestro sueño.

A todos ellos queremos agradecer los momentos vividos en comun. Salud!

A Élida y Vivi, las argentinas saladas con las que compartimos baches, polvo y risas haciendo la ruta 40 por la Patagonia argentina. A la familia Quinteros-Leonardo de quienes no olvidaremos cómo nos invitaron a compartir un vino en Mendoza. A Alejandra, su hijo Thiago y su sobrino Diego que hicieron de su alojamiento nuestra casa los días que estuvimos en el Chaltén.

A Astrid la chica alemana con la que visitamos Perito Moreno degustando bajo la luz de la luna - un poco tapada, eso sí - un buen Malbec frente a esa emocionante mole de hielo. A Pedro y Lorena que nos aconsejaron como visitar Torres del Paine de la manera más conveniente. A Emmanuelle y Alessandra que conocimos en el crucero por el Beagle y con quienes nos hemos ido encontrando por Ushuaia y el Calafate.

A Gema a quien su viaje se desarrolló de manera inesperada y que le permitió sacar a relucir su capacidad para aglutinar gente en torno a ella. A Susana y su familia del B&B donde nos alojamos en Ushuaia y a la paraja de Brasil que allí conocimos y que nos indicaron un buen lugar donde descansar en su país. También a Patricia, Susana y Myriam con las que conocimos ciertas costumbres de Argentina y Perú.

A Rodrigo, con el que compartimos risas y caminatas en las Torres del Paine, no olvidaremos sus contorsiones espasmódicas debidas a las agujetas producto del esfuerzo diario. También en el mismo lugar, a la familia italiana de Roma y a Nunci con los que degustamos las frituras de Don Chicho. En el ferry de Puerto Natales a Puerto Montt, a Ueli y Rachel conejillos de indias de las prácticas de inglés de Arturo.

En Caleta Tortel la mañana del día que sin saberlo íbamos a jugarnos la vida en un 4x4 - afortunadamente sin consecuencias - la compañía de dos gatitos que vivieron con nosotros la aventura de atreverse más allá de su vivienda para venir con nosotros hasta a la pequeña playa de la población.

De nuevo en Santiago de Chile, cuatro años después de nuestro primer viaje, agradecer a Berni a quien conocimos junto con su hermana Valentina en Torres del Paine, el tiempo que nos dedicó mostrándonos zonas de la ciudad nuevas para nosotros. Hasta descubrimos que hay una pequeña Alhambra allí !. En Mendoza, imposible olvidar el recibimiento, acogida y cariño con el que fuimos agasajados por la familia Quinteros y la de Vivi. Menudos Asados y vinos!. Mendoza ya tiene un lugar de privilegio en nuestro corazoncito.

De nuevo a Elida, a quien conocimos junto a Vivi en la Ruta 40, agradecer sus paseos motorizados por ese Buenos Aires que ella tan bien conoce. Y sin duda, un gran recuerdo en comun, el emotivo e inesperado encuentro en Salta.

Tambien en Buenos Aires otro encuentro, con Patricia y Susana con las que pudimos improvisar una cena en la avenida Corrientes y donde conocimos a Paula. Tampoco olvidamos a Pedro y Natalia a pesar de que no fuimos capaces de encontrar un hueco en el que encontrarnos. Será pues en Barcelona.

Para los dos pero en especial para Arturo las tres semanas de viaje que compartimos con sus padres siendo testigos y viviendo momentos maravillosos.

A José, nuestro guia por la puna en el norte de Argentina, su demostración de profesionalidad y aprecio y respeto por las costumbres y personas de la región, hizo del tour un evento memorable embriagador de paisajes y sensaciones.

En Bolivia y con la incertidumbre del tren que solo al final supimos si podriamos tomar para ir a Tupiza, a Glayco, Cesar y Cris. Mucho tenemos que aprender de esa actitud festiva y de ese permanente buen rollo que transmite la gente de Brasil. Hasta las frias y displicentes señoritas israelitas se rindieron a los pies de Cesar!. No podemos olvidar la extrema facilidad con la que vestían cualquier ocasión con la bandera de su país.

Ya en Potosí, en mitad del sin sentido de la visita a las minas; a Jose, cuyo accidente en las mismas - , afortunadamente sin consecuencias importantes - nos abrió la posibilidad de conocernos mejor. Reencontrandonos en Cuzco unos días mas tarde, recordamos ahora las reflexiones compartidas, frente a unos cafés, sobre un modelo de vida en Barcelona muchas veces incompatible con esos sueños que a uno le mantienen vivo.

En La Paz y en pleno desespero de Arturo en la oficina de turismo de esa ciudad, el encuentro casual con Valeria, porteña de nacimiento, aunque establecida en Cuzco. Junto a ella conocimimos tambien a Hugo. Con ambos cenamos y tomamos una copa esa noche en la que el Barça ganó su segunda Champions League. Aún compartimos algunos otros encuentros casuales en nuestro camino común con destino la capital de los incas.

Una vez allí , en la penumbra del local regentado por Valeria, magnificamente acogidos y frente a una buena copa de pisco peruano, tuvieron lugar nuestras interminables charlas en las que compartimos inquietudes, sentimientos, esperanzas y diferentes maneras de percibir y valorar el mundo que nos rodea.

Ya en Venezuela y en concreto en Canaima, conocimos a Fernando y Esther, el primero boticario en León, la segunda austríaca y enamorada de Barcelona a pesar de vivir en Nueva York. Con ellos compartimos además de la emoción del camino rumbo a Salto Ángel y de su contemplación, el intercambio de libros, películas y experiencias de viaje. Allí también coincidimos con Jailton y Rosina viajeros impenitentes que nos demostraron lo poco que conocemos de nuestro mundo. En el trekking al Roraima, cómo olvidarnos de Jonas - nueva víctima del inglés de Arturo - y de Robert y Christine con los que cruzamos en su coche el país y nos dieron cobijo y compañía durante los días que estuvimos en Caracas.

De Caracas a Isla de Pascua en un salto con una noche en nuestro Santiago - fue como volver a casa -. Allí, en ese pedazo de tierra en mitad de la nada más absoluta del océano, cómo olvidarnos de nuestros perros. Tras compartir la excursión al cráter próximo a Hanga Roa, se integraron a nuestro ritmo de vida cual fieles escuderos hasta nuestra partida.

En Malasia, en el barco que nos llevó a esas islas maravillosas, conocimos a la pareja canadiense Lee y Carla con los que nos iríamos encontrando regularmente hasta Vang Vieng en Laos. Con ellos compartimos entre truco y truco de magia unas barbacoas memorables sobre la arena de la playa.

En el guiri-barco por el Mekong, en el norte de Laos, conocimos a Yolanda y Damas de Barcelona, con ellos pasamos unos días en Luang Prabang y en Bangkok, allí además, también unas buenas jornadas de compras junto a Àlex otro barcelonés músico de espíritu y currante de cuerpo que buscaba paz y tranquilidad en Laos - donde lo conocimos entumbascado en una hamaca - y Vietnam, y que a poco acaba más estresado que en Barcelona.

Y por supuesto - porque un viaje también se compone del regreso a casa -, nuestra familia y amigos que nos estaban esperando en nuestra estimada Barcelona.